REDUCIR EL ESFUERZO Y RALENTIZAR LOS PROCESOS

Por Helena Guevara: Moshé Feldenkrais, creador del Método que nos ocupa, tuvo la genialidad de inventar una metodología para ayudarnos a ser seres más inteligentes. Entendía la inteligencia, no como una cualidad heredada, sino cómo una forma de funcionar.


1. Observar cómo aprendemos

Tras años de investigación llegó a la conclusión de que si prestáramos una atención detallada a CÓMO APRENDEMOS y descubriéramos las claves que favorecen el aprendizaje, podríamos optimizarnos a nosotr@s mism@s hasta niveles aún, hoy por hoy, desconocidos. De esta forma podríamos acelerar nuestra evolución como individuos y como especie, con el fin de mejorar la calidad de vida nuestra y de las generaciones futuras.

Podríamos modificar aprendizajes deficientes o limitados adquiridos en el pasado. Aprender nuevas maneras de funcionar y usarnos a nosotros mismos, más eficaces y placenteras, en el presente, para vivir una vida más cómoda, estimulante y creativa, en el futuro.

Y a esto dedicó Moshé Feldenkrais gran parte de su obra: a investigar cómo aprende el ser humano y bajo que condiciones este aprendizaje se puede optimizar.


2. Ley de Weber-Fechner

Una de las claves más importantes que descubrió y aplicó al diseñar su método fue la “Ley de Weber-Fechner” o “Ley de la mínima diferencia perceptible”, la cual afirma que: “A más débil sea un estímulo más facilidad tiene el sistema nervioso en detectarlo y modificarlo.

Concretamente significa que al reducir el esfuerzo muscular se agudiza la sensibilidad y la capacidad de percepción, lo que nos ayuda a tomar conciencia de diferencias cada vez más sutiles y a captar pequeños detalles inconscientes en nuestra forma de organizarnos, de pensar, de sentir, de movernos, de relacionarnos y de responder a los desafíos de la vida.

Para reducir el esfuerzo y percibir detalles hemos de realizar nuestras acciones con lentitud, sin apresurarnos, cambiando la atención del objetivo, del deseo de logro, al proceso de desarrollo de la acción que nos ocupe. «Vísteme despacio que tengo prisa» dice el refrán popular que invita a ir despacio, a no apresurarse, ni esforzarse, cuando alguien quiere lograr algo con prontitud.


3. Hacer consciente lo inconsciente

Tomar conciencia de lo inconsciente, para poder generar cambios permanentes en nosotr@s mism@s, es mucho más fácil en la medida en la que nos vamos haciendo más sensibles. La sensibilidad aumenta la capacidad de discernimiento y por tanto amplia nuestras posibilidades de elección.

Por consiguiente hemos de recordar que el exceso de esfuerzo o de fuerza de voluntad junto con la prisa y una atención demasiado centrada en el logro, no favorecen el desarrollo de la inteligencia ni nuestra capacidad de aprendizaje. Por el contrario ir más despacio, entrar en otra relación con el tiempo, incluso «perderlo», nos ayuda a eliminar la tensión innecesaria en nuestras acciones, lo que contribuirá a movernos y vivir con más paz, liviandad y calidad.

Muchas gracias por tu atención.