Por Helena Guevara: Aprendemos a través de la experiencia.

No a través de la experiencia de otros, si no de nuestra propia experiencia. Sabemos que lo que no aprendemos por nosotros mismos, nuestro sistema nervioso no lo integra.

Como cita Confucio:

“Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí.”

Aprender no es posible sin sentir. El sentir nos conecta directamente con la experiencia, en cambio, el pensar nos conecta con las ideas, con lo abstracto, con lo que no es real por no manifestarse aquí y ahora.

La experiencia, la posibilidad de aprender, sólo sucede en el momento presente, sólo podemos sentir aquí y ahora.

No puedes sentir lo que pasó en el pasado, sólo puedes recordar mentalmente lo que sentiste. Por ejemplo: Si ayer te tropezaste y te hiciste daño en el pie… ¿Puedes sentir ahora ese dolor? o si ayer tuviste un orgasmo… ¿Puedes sentir ahora mismo ese placer? Me atrevo a decir que no, que como mucho puedes tener un recuerdo mental de la sensación, pero no puedes sentir aquí y ahora lo que sentiste en el pasado.

De la misma manera no puedes sentir lo que sucederá en el futuro, solamente puedes proyectar una idea mental o imaginar que crees que sentirás. Por ejemplo: ¿No te ha pasado  alguna vez que tras cumplirse un deseo anhelado, la sensación de felicidad era mucho menor de la que habías anticipado? ¿No te ha pasado que un miedo que proyectabas hacia el futuro, a la hora de encarar una situación nueva, finalmente no apareció en dicho momento?

Durante la educación que recibimos se suele poner muy poca atención en ayudarnos a desarrollar nuestra capacidad de sentir. Tampoco se nos apoya para afinar dicha capacidad, entrenándonos para a discernir diferencias cada vez más sutiles.

Pero… ¿Por qué es tan importante desarrollar la percepción, la capacidad de sentir?

Porque cuanto más sensibles somos, más información captamos. Cuanta más información poseemos, más posibilidades de conjugar y elaborar nuevas ideas, nuevas estrategias y nuevas respuestas.

Manejar más información hace que nos convirtamos en seres cada vez más complejos, por lo tanto más adaptables al cambio, con más posibilidades de elección, más ingeniosos, creativos e inteligentes.

La capacidad de cambio está directamente relacionada con la capacidad de reorganización y readaptación, y según Feldenkrais esto está estrechamente ligado a nuestro nivel de salud.

Para el Dr. Feldenkrais.

«La salud se mide por el shock que una persona pueda recibir sin comprometer todo su sistema de vida.”

Esto quiere decir que cuanto antes se re-equilibra una persona tras un suceso traumático más saludable es.

El Método Feldenkrais® está diseñado para entrenar nuestra capacidad de sentir, para educar y afinar nuestro sentido de la percepción.

Cuanto más sentimos menos espacio dejamos a los pensamientos compulsivos. De igual manera, cuanto más vivimos en la “cabeza” menos sentimos, menos percibimos y, por consiguiente, menos aprendemos. Por esto es más importante dar espacio al sentir que al pensar.

Pero… ¿Qué sucede cuando comenzamos a hacer contacto con el sentir?

Que, muy a menudo, sentimos tensión, incapacidad, dolor, limitación, angustia, desorientación… y entonces, inconscientemente, elegimos no sentir y volver a nuestro hábito de “pensar” la vida, de vivir fuera del presente y fuera de nuestro cuerpo sensible y, así, volvemos a nuestros antiguos hábitos, que aunque muchas veces molestos, estamos acostumbrados a vivir con ellos….

Y nunca termina la pescadilla de morderse la cola…

¿Tienes el coraje de sentir cada vez más, sea lo que sea?

¡Entonces Feldenkrais® es para ti!

Muchas Gracias