MOSHE FELDENKRAIS: UNA VIDA DE PELÍCULA
La de Moshé Feldenkrais es una historia digna de llevarse al cine, por todas las aventuras que vivió y los eventos que protagonizó durante el siglo XX. Hoy su método es cada vez más conocido y encuentra más campos de aplicación alrededor del mundo, pero no muchas personas saben la fascinante historia detrás del genio que lo creó.
Conocer la historia de Moshé Feldenkrais nos ayuda a entender cómo las circunstancias de su vida, su inteligencia, su capacidad de observación y su habilidad para integrar diferentes campos del conocimiento se cristalizaron en un método que ha revolucionado la manera en que entendemos el sistema nervioso y que ofrece una alternativa para mejorar la calidad de vida sin medicamentos ni agentes externos, expandiendo la autoconciencia y entendiendo cómo hacemos todas las cosas que hacemos.
En 1918, cuando tenía 14 años, ante los ataques que sufrían los judíos por parte de los rusos, Moshé Feldenkrais inició una travesía a pie que duraría dos años y finalmente lo llevaría a Palestina al final del verano de 1919. Sin documentos, con una mochila en la que llevaba un libro de matemáticas, y con una pistola en la bota, Moshé cruzó la frontera rusa soportando temperaturas de hasta -40 grados, y en el camino, de pueblo en pueblo, se le fueron uniendo más chicos hasta que al llegar a Cracovia, Polonia, ya eran unos 50 aventureros dispuestos a cruzar Europa.
Fue en este punto de su historia que Moshé Feldenkrais tuvo el primer acercamiento a la autoconciencia a través del movimiento: para sobrevivir y poder trasladarse con más seguridad, el grupo de viajeros se unió por un tiempo a un circo itinerante, donde los acróbatas le enseñaron a Moshé a hacer piruetas y a caer sin lastimarse. Esta noción de utilizar el movimiento de manera creativa y segura la expandiría años después, en Palestina, cuando comenzó a desarrollar estrategias de autodefensa sin armas y empezó a compartir sus conocimientos con otros judíos que vivían bajo el constante ataque de la comunidad árabe.
Feldenkrais era muy buen observador, y descubrió que cuando una persona era atacada con un cuchillo, su primer instinto era protegerse la cara con las manos y girar el torso para evitar al atacante, lo cual por lo general terminaba con la víctima siendo herida o asesinada. Inicialmente, trató de enseñar a sus alumnos a hacer bloqueos muy técnicos que terminaban con un agarre a la muñeca del atacante, forzándolo a soltar el cuchillo. Sin embargo, sus alumnos no resistían el impulso instintivo de cubrirse la cara ante un ataque, de modo que Moshé modificó la estrategia: en vez de enseñarles a hacer algo poco alineado con sus instintos, enseñó a sus alumnos a seguir su impulso inicial: hacer el movimiento de protegerse la cara, pero lo adaptó para que el bloqueo resultara más eficiente desde el movimiento natural de la persona.
En 1929 publicó Jiu-jitsu y la autodefensa, el primero de varios libros que escribiría sobre el combate sin armas. Al año siguiente se mudó a Paris, donde se graduó en ingeniería y comenzó un doctorado en física bajo la asesoría de Frederic Joliot-Curie (yerno de Marie Curie), en cuyo laboratorio se separó por primera vez un átomo de uranio, dando pie a lo que ahora conocemos como energía nuclear.
Cuatro años después, Feldenkrais conoció a Jigorō Kanō, el fundador del Judo, quien quedó sorprendido por los avances de Moshé en autodefensa, encontrando que el científico judío había llegado por su cuenta a conclusiones sobre la mecánica del movimiento que los japoneses habían venido construyendo durante siglos de tradición artemarcialista. Moshe Feldenkrais se convirtió en uno de los primeros cinturones negros de Judo en Europa y fue co-fundador de Club de Judo de Francia.
Cuando se desató la Segunda Guerra Mundial, Joliot-Curie le pidió a Feldenkrais que se fuera a Inglaterra llevando agua pesada (óxido de deuterio, esencial para la investigación sobre la energía nuclear) así como secretos sobre el desarrollo de la investigación nuclear en Francia, para que no cayeran en manos de los nazis. Luego de un escape de Francia lleno de peripecias, en Inglaterra fue reclutado para trabajar en la contra-inteligencia británica, desarrollando métodos para rastrear submarinos alemanes.
Fue en Inglaterra, buscando recuperarse de una lesión en la rodilla, que Moshe comenzó a desarrollar lo que sería su método, combinando sus conocimientos de judo, física, y las observaciones sobre el desarrollo motriz infantil y la biomecánica del cuerpo que había ido realizando a lo largo de años. Escribió varios libros: sobre judo, sobre psicología, y finalmente sobre el tema que sería el hilo conductor de su trabajo posterior: la relación cuerpo-mente, las funciones sanadoras del cerebro, y el funcionamiento del sistema nervioso con relación al movimiento. Así, el Método Feldenkrais comenzó a tomar forma.
Al terminar la guerra, Moshe se estableció en Londres y se enfrentó a una disyuntiva: ¿Seguir con la física nuclear, o continuar desarrollando su método? Como científico, había conocido a los grandes de su época: Einstein, Heisenberg, Bohr, Fermi; pero al sanarse a sí mismo de la lesión de la rodilla y comenzar a aplicar su método en amigos y conocidos descubrió que había todo un camino por recorrer que nadie había explorado previamente: la autoconciencia a través del movimiento. La decisión no fue fácil, pero Moshé eligió dedicarse a su propio método y abandonar la investigación nuclear. Cuenta la historia que su madre, entre broma y serio, decía: “Pudo haber ganado el premio Nobel de Física, pero en lugar de eso terminó de masajista”.
Moshe Feldenkrais murió en 1984 en Tel Aviv, pero su método prosperó y se ha extendido por todo el mundo. Ahora hay practicantes en los cinco continentes, hay deportistas de élite que usan el método para mejorar su desempeño, hay todo tipo de aplicaciones del método en los más variados ámbitos.
Aquel chico que a los 14 años emprendió la aventura de cruzar Europa a pie influyó en la escena de la física mundial, ayudó a difundir el Judo en occidente, transformó el entendimiento de la relación cuerpo-mente, revolucionó la manera en que abordamos el cuerpo en movimiento y desarrolló un innovador sistema que ha beneficiado a millones de personas alrededor del mundo.
Nota: La primera parte de este artículo está basada en el capítulo “She will dance at her wedding”: Healing the girl born without part of her brain, del libro The Brain’s Way of Healing: Remarkable Discoveries and Recoveries From the Frontiers of Neuroplasticity, del médico y psiquiatra canadiense Norman Doidge
Autor: Ernesto Cortes
«La gente puede aprender a moverse y caminar y estar de pie de manera diferente, pero han renunciado porque piensan que es demasiado tarde, que el proceso de crecimiento se ha completado, que no pueden aprender algo nuevo, que no tienen el tiempo o la capacidad.
No tienes que volver a ser un niño para poder funcionar correctamente. Puedes, en cualquier momento de tu vida, re-inventarte a ti mismo. Puedo convencerte de que no hay nada permanente o compulsivo en tu sistema, salvo que tu creas que sí.»